Perjuicios. Agencias de viajes, hoteles, restaurantes y otros servicios están parados. Si la crisis se prolonga, según empresarios, muchos quebrarán y otros despedirán trabajadores.
El año empezó sin grandes expectativas en el sector turismo. La proyección más entusiasta era que la llegada de turistas crezca en 1%. En 2019 hubo un progreso de menos de 2%, cinco puntos menos que en 2018, debido a la crisis política y social que afectó a Chile, Bolivia, Colombia y Argentina.
Tres meses después esa proyección es excesivamente optimista. El cierre de fronteras y la cuarentena a causa de la crisis por la pandemia del coronavirus provocará una fuerte caída del flujo turístico y un golpe a la economía regional y a los ingresos de miles de trabajadores que dependen de esta actividad económica. Se prevé despidos y cierre de empresas.
“Sin duda, el turismo será duramente golpeado. Y cuanto más dure esto, más fuerte será el golpe”, advierte el economista Epifanio Baca.
El turismo, después de las actividades extractivas (hidrocarburos y minería) es el sector que más contribuye al Producto Bruto Interno del Cusco (PBI). El PBI asciende en promedio a 21 mil millones, el 14% lo aporta el turismo, que genera ingresos por más de 2 800 millones de soles. Son ingresos obtenidos por varias actividades, pero no incluyen transporte de ferrocarril y transporte aéreo.
La “industria sin chimeneas” también emplea al 14.92% de la Población Económicamente Activa (PEA); es decir, a 15 de cada 100 cusqueños. En Cusco, la PEA supera las 760 mil personas, y el turismo genera 114 279 empleos. El 50% son empleadas directamente y la otra mitad en forma indirecta.
Son datos oficiales de Sunat, Mincetur y otras fuentes que han sido sintetizadas hace cuatro años en la investigación “Cuenta satélite” que fue financiada con recursos del canon de la universidad del Cusco.
Lo que mueve el turismo
La región imperial cuenta con 381 recursos turísticos que el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) reconoce en su inventario nacional. El 30% involucra la dinámica de los flujos turísticos y se halla en 47 distritos cusqueños, casi el 50% del territorio imperial, ubicados principalmente en los corredores turísticos conocidos como Machupicchu, Valle Sagrado de los Incas, Valle Sur, Cusco, Cañón de Apurímac y Manu.
En torno a la actividad turística hay 380 mil 850 empresas (unidades económicas) entre micro, pequeñas, medianas empresas locales y personales naturales dedicados a este rubro. El 35.95% (165 044) son unidades económicas con negocio, o sea pagan impuestos de tercera categoría, y 64.05% son unidades sin negocio, es decir, personas naturales con impuestos desde la primera hasta quinta categoría. Sus facturaciones anuales oscilan desde 1 Unidad Impositiva Tributaria (UIT) hasta 2300, respectivamente.
Toda esa maquinaria está parada por la crisis de la pandemia del COVID-19 y no se sabe por cuánto tiempo más. “Sus efectos serán muy graves”, asegura Silvia Uscamayta, presidenta de la Asociación de Agencias de Turismo (AATC).
Una consecuencia inevitable será que muchas microempresas de turismo quiebren y otras despidan trabajadores. Una empresa de turismo suministra productos o brinda servicios turísticos. Las agencias de viaje y turismo, hoteles y restaurantes dan servicios que consumen los foráneos, y sin visitantes su futuro es inevitablemente el fracaso.
Según la investigación, hay 2,544 negocios hoteleros que facturan en promedio cada uno 390 mil de soles anuales. Los restaurantes suman 3,332 con ventas anuales promedio en forma individual de 381 mil 245 soles, y las firmas conexas al turismo llegan a 4,852 con ventas anuales de 963 mil 078 soles cada una. Este año no habrá tales ingresos.
El turismo es una actividad muy sensible y su reactivación, una vez que termine la cuarentena, tomará mucho tiempo y dependerá de cómo se normaliza la economía mundial. Podría inclusive tomar años volver a la normalidad, es decir, visitas diarias de más de 4 mil turistas.
“Lo del 2010, cuando se cerró Machupicchu, reactivar el turismo tomó seis meses. Fue un caso pequeño frente a esta crisis global. Después de que el mundo se sane necesitaremos un salvavidas económico, tributario y financiero”, plantea Uscamayta.
Por lo pronto, hay coordinaciones interinstitucionalmente para hacer un diagnóstico y ver un plan de atención a la crisis y la reactivación económica. Vienen tiempos difíciles.
Fuente: La República