El presidente García ha puesto en la agenda política el tema de la reforma del Estado. Más allá de los alcances y objetivos del gobierno, es evidente que se ha abierto un importante debate sobre el rol del Estado.
Las propuestas presentadas hasta el momento parten de un enfoque meramente administrativo, definido por el objetivo de reducir el Estado y enfocado únicamente en el gobierno central. En ese sentido se trata de la continuidad y adecuación de las reformas emprendidas durante los noventa. El equipo promotor de la reforma tiene una larga trayectoria en la administración pública y busca aprovechar al máximo la ventana de oportunidad abierta por un gobierno que se guía por metas de corto plazo que le permitan consolidar su imagen ante la opinión pública. La forma como se está manejando el tema pone en evidencia que se carece de una visión de conjunto y de una estrategia para hacer realidad una efectiva transformación del Estado.
Reconociendo la importancia de fortalecer la administración pública en sus condiciones y capacidades para actuar con eficiencia, la reforma no puede limitarse sólo a este aspecto. Incluso en el marco del enfoque administrativo es necesario vincular los cambios al logro de determinados resultados, sin los cuales las propuestas de fusión de instituciones y programas carecerán de sentido e impacto para el ciudadano. Sobre ello se ha dicho muy poco y no queda clara la voluntad política de hacer los ajustes institucionales que una orientación así demanda.
El debate debe avanzar en la definición del rol del Estado en la economía, tema que los responsables de los cambios en el gobierno obvian totalmente. El Estado promotor del crecimiento y la competitividad parece ser un punto de encuentro de diversos sectores. Pero donde empiezan las diferencias es cuando se abordan las funciones de planificación y del rol empresarial del Estado, es decir de su relación con el tipo de desarrollo que queremos. Estos son temas que en el actual contexto se tornan ineludibles.
Finalmente, es importante que el debate sobre la reforma del Estado tenga una directa relación con el proceso de descentralización. Es necesario insistir en esto porque, por ejemplo, en el proyecto de Ley Orgánica del Poder Ejecutivo que se ha presentado al Congreso, esta reforma no aparece como parte de los principios rectores del cambio. En otras experiencias latinoamericanas de Reforma del Estado, se relacionan directamente con el desarrollo territorial, a través de la descentralización.
Consideramos positivo que se haya iniciado el debate sobre un tema que es sustantivo para la sociedad peruana. Corresponde al gobierno, a las fuerzas políticas de oposición y a las organizaciones de la sociedad civil aprovechar esta oportunidad para responder a la exigencia de la población de transformar un Estado al que ve como sinónimo de corrupción, maltrato e ineficacia.