La estrategia más adecuada para la distribución y el uso del Gas de Camisea es un tema presente en la agenda política nacional. Parece haber un amplio consenso en dar prioridad al abastecimiento del mercado nacional, antes que plantear la exportación del gas, sobre todo en un contexto en el cual el precio del petróleo está notoriamente en alza. Sin embargo, nuestra clase política ha puesto muy poca atención al debate sobre las posibilidades que abre este recurso energético para el desarrollo del sur del país, donde la exclusión y la pobreza es la realidad cotidiana en la que viven amplios sectores de la población.
En primer lugar, es necesario tener claridad sobre la trascendencia que tiene el abastecimiento energético para la viabilidad de una estrategia de desarrollo territorial que dinamice la producción, genere empleo y promueva la inclusión de la población.
Sectores políticos y empresariales vienen promoviendo un proyecto que iría desde Pisco, a lo largo de la costa sur, hasta Ilo. Los argumentos que sustentan este planteamiento se centran en dos hechos objetivos: el menor costo que tendría y su posible culminación en plazos relativamente breves. Un proyecto de esta envergadura no puede evaluarse exclusiva ni principalmente a partir de estos criterios. El aspecto fundamental para la toma de decisiones debe ser el impacto que tendrá en la generación de condiciones para el desarrollo de la macrorregión. Desde esa perspectiva, la mejor opción es la construcción del Gasoducto Surandino, que lleve el gas hacia la costa peruana de manera transversal a nuestro territorio del sur.
Una constatación importante es que el proyecto del Gasoducto Surandino integra a su paso a siete provincias del Cusco (La Convención, Cusco, Canas, Calca, Quispicanchi, Canchas y Espinar), cuatro de Puno (Melgar, Lampa, San Román y Puno), tres provincias de Arequipa (Caylloma, Arequipa e Islay) y dos de Moquegua (Mariscal Nieto e Ilo). Con esta amplia cobertura territorial se abre la posibilidad, por ejemplo, de instalar plantas termoeléctricas para abastecer a bajo costo el consumo domiciliario y el uso productivo de micro y pequeñas empresas del sur peruano, sobre todo en las zonas de alta pobreza y fuerte exclusión social como son las provincias altas de Cusco y Puno.
Otro aspecto a considerar es la perspectiva para proyectos de gran significación en la macrorregión como son la producción de cemento en el Cusco, de hierro esponja en Apurímac o el abastecimiento para una planta petroquímica en Ilo. Con el gasoducto se potenciará asimismo el puerto de Ilo como polo interoceánico.
El Gasoducto Surandino tiene, además, carácter complementario con la Vía Interoceánica, por su capacidad articuladora y potencial de eslabonamiento con diversos proyectos productivos claves para la macrorregión.
El gasoducto andino significará trasladar al conjunto de la macrorregión parte del dinamismo y de los beneficios asociados al megaproyecto de Camisea. En ese sentido es importante resaltar la posición asumida por los Presidentes de los Gobiernos Regionales del Sur, reunidos en la ciudad del Cusco: la ejecución del Gasoducto Surandino es un proyecto estratégico nacional. Sostienen correctamente la imposibilidad económica de dar paso a dos proyectos de gasoducto. Es necesario que el Gobierno Nacional preste atención a este planteamiento y avance en la concertación de políticas que permitan sumar recursos y capacidades con los gobiernos regionales y locales.