Este domingo 30 de octubre millones de peruanos y peruanas participarán en los referéndums sobre la integración de regiones. Todo indica que en la mayor parte de las regiones ganará el Sí, expresando la voluntad mayoritaria de la ciudadanía de constituir regiones más grandes y más fuertes, para tener mejores condiciones de desarrollo y mayor capacidad de negociación con el poder central en Lima.
Lamentablemente, esta mayoritaria voluntad política favorable a la integración de las regiones puede frustrarse por la negativa de un sector minoritario del Congreso a aprobar las precisiones normativas aprobadas por consenso en la Comisión de Descentralización y Modernización de la Gestión del Estado. Si se mantienen en pie las normas vigentes, el Sí tendrá que ganarle al No y también a los votos blancos y viciados; y tendrá que ganar además en todas las regiones consultadas.
En estas condiciones, lo más probable es que el Sí le gane al No en la mayor parte de las regiones, pero que no pueda procederse a la integración regional por el peso de los votos blancos y viciados, y porque un número minoritario de regiones decida no avanzar en la integración, imponiendo su criterio al de otras regiones, en muchos casos mas grandes y pobladas. Ciertamente, hay que respetar la decisión democrática de la población que opta por mantener sin cambios su actual realidad departamental, pero también debe respetarse la de quienes mayoritariamente optan por avanzar hacia la regionalización.
El APRA, Unidad Nacional y Perú Ahora decidieron, con su abstención, asumir una actitud clara contra la integración regional en curso. Nos encontramos frente a una nueva manifestación de la resistencia a transferir poder y recursos a las regiones. No es la primera vez en este proceso que se busca recortar o limitar el avance descentralista. Una parte significativa de la clase política se pone de espaldas a la descentralización y a la voluntad mayoritaria de las poblaciones regionales y locales.
Le queda al Congreso, sobre todo a los partidos que se abstuvieron, una última oportunidad de ponerse a la altura de las circunstancias. El Pleno del Congreso puede todavía volver a debatir estos temas y estos partidos pueden todavía rectificar su oposición a la integración. La voluntad integracionista de un muy amplio sector de la ciudadanía de las regiones debe ser respetada en sus derechos democráticos. La propuesta acordada por unanimidad en la Comisión de Descentralización plantea reglas equilibradas para la toma de decisiones en el referéndum.
Nos parece un indicador positivo en ese sentido que Lourdes Flores anuncie que Unidad Nacional votará a favor de las modificaciones, las mismas a las que hace solo una semana se opuso su bancada parlamentaria. Aunque es claramente una decisión tardía, pues el daño ha sido hecho, esperamos que esta nueva actitud se haga realidad y que sus votos permitan el debate y la aprobación de estas necesarias precisiones normativas.
En todos los casos, después de las consultas del domingo tendremos todos la oportunidad de realizar una profunda evaluación de lo ocurrido en el terreno de la integración regional, de la situación del proceso descentralista como tal, y de la agenda los próximos meses, incluyendo la revisión del Plan Quinquenal de Transferencias 2005-2009 y la elaboración y aprobación del Plan Anual de Transferencias 2006. En ese balance habrá que incluir –y de manera muy especial- la actitud de los partidos que se han puesto abiertamente en contra de la regionalización y la descentralización.