A pesar de la conformidad o disconformidad que puede generar el fallo de la Haya en torno al diferendo marítimo, es importante señalar que se cierra con éste la larga disputa que marcó particularmente la historia peruana desde la Guerra del Pacífico en que Chile cercenara una importante porción del territorio peruano y Bolivia perdiera su salida al mar. Esta disputa histórica se daba entonces en un contexto diferente, en el proceso mismo de constitución de nuestras repúblicas, marcando el futuro de nuestros países en los siguientes años.
Una vez delimitadas las fronteras marítimas, una disputa histórica llega a su fin en un escenario en el que si bien subsisten las reivindicaciones nacionales, en el sentido de comunidades nacionales, democráticas que aún tienen pendiente la ciudadanía plena para todos sus miembros (pensemos en el conflicto Mapuche en Chile o en la constatación de que el Perú sigue siendo un país atravesado por múltiples brechas), las características de los intereses económicos y geopolíticos y las identidades puestas en juego tienen una mayor complejidad y nos obligan a mirar con ojo crítico lo que se viene y lo que significa este momento histórico.
La creciente vinculación comercial en la frontera peruano chilena, por ejemplo, ha ido diluyendo los sentimientos nacionalistas en sectores importantes de la población. Miles de chilenos cruzan diariamente la frontera para utilizar diversos servicios o comprar productos beneficiando la actividad comercial del sur peruano y permitiendo el crecimiento de la economía de Tacna. Más allá de algunos maltratos contra los migrantes peruanos en Chile, éstos han ido alcanzando su lugar en esa sociedad. Igualmente ocurre con las élites de ambos países que entrelazan sus intereses a través de los vínculos familiares. La inversión chilena en el Perú pasa de los 13 mil millones de dólares y la peruana en Chile supera los 10 mil.
Por otra parte, Chile,- a diferencia de lo ocurrido en el Perú – ha tenido grupos de poder que han articulado sus intereses a los de su país, no obstante se observa una creciente impugnación a los mismos en medio de las desigualdades sociales que lo signan. En este sentido, la identificación de lo que está en juego, está vinculada, para muchos chilenos, con los intereses del Grupo Angelini que detenta el monopolio de la pesca en perjuicio de los pescadores artesanales. En el caso peruano, la depredación del mar a manos de grandes empresas nacionales y trasnacionales que se han resistido al ordenamiento pesquero, ha perjudicado a nuestros pescadores artesanales. Con el fallo, nuevamente serían éstos los perjudicados en el Perú, mientras los triunfalistas medios de derecha ya plantean los beneficios del mismo para la pesca industrial, cada vez más concentrada y transnacionalizada.
No faltarán en ambos países quienes pretendan sacar provecho político de los resultados del tan esperado fallo, simplificando la discusión y el debate más profundo. No están en juego sólo unas millas de mar o las riquezas que contienen; está en juego también el tipo de desarrollo que quieren alcanzar ambas naciones y los beneficiarios reales del mismo.